Algunos de los puestos de fuera se vieron duplicados y las nuevas instalaciones, a las que tube la oportunidad de ver su proceso de montaje ( e incluso un amigo mío, Alberto, fue el que estubo haciendo el edificio) quedaron realmente estupendas y el nuevo espacio se vió muy favorecido.
Amaneció lluvioso y la gente hacía cola para entrar al recinto. Hubo mucho movimiento, los jefes estaban allí presentes trabajando, los trabajadores dándolo todo y la gente curioseando y comprando. Lo que más me gustó y llamó la atención es que en todos los puestos había mucha variedad de comida, además de ofrecer platos para llebar. Los puestos no se dedicaban solo a vender la langosta y el salmón a kilo, ofrecían ricos preparados como sushi, fiskecake, sopa, platos combinados, bocadillos... con lo que me pareció muy acertado ya que el Fisketorget es en un sitio de turistas.
En conclusión; muy buen ambiente, los jefes felices de la pasta que van a ganar, los empleados también de que haya trabajo y la gente sonriente porque hay un techo donde resguardarse. Además en una de las paredes habían unas fotos en grande y en blanco y negro de la época en la que se creó el mercado de lo más interesante. Así pues, esta temporada en Fisketorget arranca con una imágen renovada.
i no estareu a casi 40 graus com aci!!!! besets wapaaaa
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